viernes, 8 de diciembre de 2017

Todos sabemos qué hacer con un berrinche, pero...


Por eso quiero compartir con ustedes esto que acabo de leer: “La psicóloga me explicó que necesitamos hacer que el niño se sienta respetado, en el sentido de dar valor a lo que él está sintiendo. Y así, a la hora de una crisis, sea por el motivo que sea, un niño a partir de los 5 años necesita ser atendido, es decir, pensar y encontrar la respuesta sobre lo que le está sucediendo”.

Esta valoración que hacemos sobre lo que le está pasando y, al mismo tiempo, el hecho de incluirlo en la solución de la cuestión es importante para desmontar el berrinche: “...cuando empieza un berrinche – sea porque el brazo de la muñeca se salió de su lugar, sea porque es la hora de dormir, sea porque la tarea no le salió como quería, o porque no quiere hacer una tarea– sea el motivo que sea, podemos hacerle la siguiente pregunta al niño, mirándolo a los ojos y con bastante calma: “¿Este es un problema grande, un problema mediano o un problema pequeño?”.


Uno problema pequeño es siempre rápido y tranquilo de resolver. Uno que el niño considere mediano, muy probablemente será resuelto pero no en el mismo instante y él entenderá que hay cosas que necesitan algún esfuerzo para que sucedan. Si un problema fuera grave –y obviamente que grave en la cabeza de un niño no puede ser algo que se desprecie aunque a la gente le parezca tonto– tal vez requiera más conversación y atención para que entienda que hay cosas que no salen exactamente como uno quiere. Podría dar varios ejemplos de cuándo uso esta preguntita últimamente. Uno de ellos fue a la hora de escoger la ropa para ir a la escuela: muchas veces mi hija hace una escena para escoger la ropa...Para resumir: ella quería unos pantalones que se estaban lavando, empezó a llorar y yo pregunté: ¿este es un problema grande, mediano o pequeño? Ella, sin mucha gracia, mirándome, dijo bajito: “Pequeño”. Y yo una vez más le expliqué que ya sabíamos que los problemas pequeños son fáciles de resolver. Le pedí su sugerencia sobre cómo resolveríamos este problema pequeño (aprendí que es importante darle tiempo para que ella piense y responda) y ella: “Escogiendo otro pantalón”. Y yo añadí: “¿Y tienes más de un pantalón para escoger?”. Ella sonrió y fue a buscar otro pantalón. La felicité por haber resuelto el problema porque, claro, dar valor a la solución es una parte imprescindible para cerrar la historia.


Pienso que no existen los milagros en la educación de los hijos. El otro día estaba pensando que realmente es una verdadera historia esta misión de poner gente en el mundo: atravesar todas las fases, andar caminos que a veces nos hacen caer en emboscadas, tener la humildad de volver atrás y retomar otra senda”.

Fuente: es.aleteia.org

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