domingo, 21 de enero de 2018

Leemos acerca de Clarice Lispector


En Revista de Letras, Jordi Pacheco escribe que esta biografía se lee como una novela. Aunque Lispector llegó a Brasil con apenas unos meses de vida, su familia (padre, madre y dos hermanas) sufrieron los terribles pogromos contra los judíos durante las primeras décadas del siglo XX, las hambrunas y las epidemias, que provocaron la muerte y el éxodo de cientos de miles de judíos ucranianos. Moser repasa aquellos años devastadores que marcaron a sangre y fuego la vida de los Lispector. En una de aquellas masacres, en Haisin, el pueblo donde residía la familia, la madre de Clarice, Mania, una mujer que en tiempos de paz y prosperidad había sido elegante y majestuosa, fue violada por un grupo de soldados rusos y contrajo sífilis, una enfermedad que le llevó a una muerte lenta y dolorosa cuando la familia ya estaba instalada en Brasil.

Aunque Clarice no vivió las adversidades que le tocaron a su familia en Ucrania y tuvo una infancia relativamente normal pese a la prematura muerte de su madre, nunca encontró, tal como escribió, “sosiego para apagar las amarguras del corazón”. 
“Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien”, confesó Clarice Lispector en el último libro que escribió (Un soplo de vida): “Probablemente mi propia vida”.

Benjamin Moser (Houston, Texas, 1976), columnista en The New York Times Review y experto en la obra de esta escritora brasileña, por quien siente una verdadera fascinación, ha editado y traducido al inglés buena parte de sus obras antes de emprender esta enorme biografía bajo el título "Por qué este mundo" (Ediciones Siruela, 2017).
Colección:Biblioteca Clarice Lispector 12; ISBN:978-84-17041-51-9
Traducido por Cristina Sánchez-Andrade 


"Durante tres días de septiembre de 1966 los médicos estuvieron a punto de amputarle la mano derecha. La mano con la que escribía. Los dedos y las palmas y los tendones y la muñeca habían sufrido quemaduras de tercer grado, como las piernas y otras partes de su cuerpo. Las dos adicciones de Clarice Lispector se habían finalmente cruzado a sus cuarenta y seis años: las pastillas para dormir le habían hecho efecto cuando todavía no se había consumido su último cigarrillo. El humo la despertó a las tres y media de la mañana en su apartamento de Río de Janeiro y su primer impulso fue intentar salvar sus textos. Con las manos. A partir de entonces solamente podría escribir a máquina".

Fuente: Jorge Carrión. The New York Times.


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