De la primera relación de Kafka con una mujer dice que coincidieron en Zuckmantel (Silesia), en los veranos de 1905 y 1906. “Ella era una mujer y yo un muchacho” [...] excepto en las cartas, nunca he tenido con Felice esa dulzura de la relación con una mujer amada que tuve en Zuckmantel y en Riva”. De la primera se dice que era una tendera checa, con quien habría debutado en uno de esos veranos; la muchacha de Riva, un balneario junto al lago de Garda, era Gerti Wasner.
Kafka conoció a Felice Bauer el 13 de agosto de 1912 en casa de la familia de Max Brod y entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917 le escribió más de quinientas cartas. Kafka quería casarse con ella: se comprometió dos veces y rompió otras tantas. Llegó a escribirle dos y tres cartas por día... pero después de los primeros meses de explosión amorosa y rapto epistolar, se dio cuenta de que ella no entendía su literatura. Kafka estaba enamorado de la literatura, pero también se sintió atraído por dos actrices del teatro yiddish, de forma muy platónica, al que le siguieron algunas aventuras que derivaron en misterios como la historia que tuvo con Grete Bloch, que fue su amante cuando estaba comprometido con Felice (de quien era amiga) y que aseguró en una carta haber tenido un niño con él –sobre el que, supuestamente, el escritor no sabría nada– y que dio en adopción. También le habría echado el ojo a Fanny Reiss, una alumna de su amigo Max Brod en la escuela para refugiados judíos. En 1919 conoció a Julie Wohryzek en la pensión Südel de Schlesen, en el Tirol italiano. Casi no hay datos. Muchas cosas habían cambiado para él, incluido su temor a formar una familia. Se lo decía a esta muchacha judía con quien se comprometió por tercera vez y a quien explicó que nada le parecía “más deseable” que el matrimonio. Kafka tenía en ese momento 36 años y fue su padre quien le sugiriera que si lo que quería era sexo podía buscarlo en un burdel. Así nació la Carta al padre, dolorosa como pocas en la literatura universal. Así que la relación duró apenas un año, si bien el escritor ya había conocido a una mujer fundamental. Fue en Merano, donde Kafka aliviaba sus problemas pulmonares. Él tenía treinta y siete años, ella veinticuatro. Era Milena Jesenská. Esta periodista, casada y de espíritu libre, conoció a Franz en 1920. Aunque él le insistió una y otra vez en que abandonara a su marido, nunca lo hizo. Vivieron una relación intensa durante dos años. Kafka inició su aproximación como siempre, por carta. Llegó a escribirle: “Me parece a veces que nosotros, en vez de vivir juntos, tendríamos tranquilamente que acostarnos juntos para morir”. Minze Eisner tenía 18 y convalecía de una larga enfermedad cuando Kafka, que en esos momentos estaba escribiendo su Carta al padre, la conoció. De nuevo cartas. Finalmente en 1923, en Müritz, en el Báltico, conoció a Dora Dymant, su último “amor”. Tenía veintiún años y era hija de una familia jasídica de Europa del Este. No lograron casarse, el rabino lo desaconsejó alegando el grave estado de Kafka A las cuatro de la mañana del 3 de junio de 1924 Dora se asustó al ver que Kafka, que tenía una avanzada tuberculosis de laringe, no podía respirar: llamó al médico; pero ya no hubo nada que hacer. Descansa en el nuevo cementerio judío de Praga, en el barrio de Strasnice, junto a sus padres y sus tres hermanas, que murieron en los campos de exterminio nazi. Fuentes: Reiner Stach, Kafka. Los años de las decisiones (Siglo XXI, 2003) Glatzer, Nahum N., Los amores de Franz Kafka. Padilla, Rodrigo, Franz Kafka y su lado más apasionado. |