miércoles, 30 de septiembre de 2020

Historias de miércoles: Camille Claudel, del amor al desamor de Auguste Rodin.

Hoy te contaré de la vida romántica y borrascosa de Camille Claudel (Fère-en-Tardenois, 1864-Montdevergues, 1943), la escultora amante de Auguste Rodin que enloqueció por desamor. Dicen que su madre la detestaba porque esperaba un varón y nunca estuvo de acuerdo con la vocación de Camille por el arte. También dicen que desde niña disfrutaba moldeando en barro y arcilla rostros perfectos. Cuando creció, el juego se transformó en pasión.



La familia se mudó a París en 1881: Camille tenía diecisiete años y logró ingresar a la Académie Colarossi, uno de los pocos lugares que admitían mujeres. Tres años después, la academia quedó a cargo de Augusto Rodin. Él
escribió: “De hoy 12 de octubre de 1886 en adelante no tendré otra alumna que a la Señorita Camille Claudel y la protegeré a ella sola por todos los medios a mi alcance (…) Ya no aceptaré otras alumnas para que no surjan, acaso, talentos rivales, aunque no creo que se encuentren con facilidad artistas tan naturalmente dotadas…” En el mismo escrito se comprometía a casarse con ella. 




Cuando Camille cumplió diecinueve años se hizo amante de su maestro, que tenía 44 y estaba casado, por lo que la familia Claudel, especialmente su madre, siempre la humillaron. Durante casi diez años, Camille y Auguste fueron una dupla en la producción plástica y en la vida amorosa. El rostro y el cuerpo de Camille invadieron las obras de Rodin, volviéndolas más carnales, más vivas y más dulces. Ella se convirtió en su musa, inspirando obras como “La Danaïde” o “Fugit Amor”. En todo ese tiempo Camille fue modelo y ayudante; nadie sabe cuánto trabajo de Camille hay en “Las puertas del infierno” y “Los burgueses de Calais”, dos esculturas de esa época.


También dan fe de la simbiosis que se produjo obras como Jeune fille à la gerbe de Camille y Galatée de Rodin, con fechas de creación cercanas: la primera está cuidadosamente modelada, con acentos muy vivos en rostro y melena, y se fecha en 1887; la segunda, reproducida en escayola en 1888, y luego en mármol, lleva la firma y el sello de Rodin.



Desde 1886, Camille trabajó en Sakountala, que le valió una Mención de Honor en el Salón de 1888. Es su proyecto más ambicioso hasta ese momento y también uno de los más grandes de su carrera. Paul Claudel dijo que este grupo escultórico “el espíritu lo es todo. El hombre, de rodillas, no es más que deseo. Con el rostro alzado, aspira, se contiene antes de atreverse a tomar a ese ser maravilloso (…) Ella cede, ciega, muda, grávida. Cede a ese peso que es el amor”.


La Valse (El Vals), realizada entre 1889-1905, en bronce fundido es puro movimiento. Representa a dos amantes bailando que apenas se sostienen sobre una roca. Un crítico dijo que es un poema de embriaguez entregada; las telas hacen remolinos y “la bailarina muere de voluptuosidad”.



Entretanto, las sucesivas promesas incumplidas de Rodin de divorciarse de Rose Beuret, madre de su único hijo, desgastaron la relación que sumó humillaciones y otras amantes. En 1892 Camille, destruida, terminó la relación y comenzó un período obsesivo de creación del que nació una de sus esculturas más famosas, “La edad madura” (1895), en la que una joven de rodillas implora a su amado que no la abandone; pero él se aleja en brazos de una mujer descarnada. Se supone que la muchacha es Camille, que trata de retener a su amante, Rodin, en su huida con Rose, retratada como la imagen de la muerte.



Camille hizo su última exposición en París y empezó a mostrar signos de inestabilidad mental: se alejaba de la gente, se perdía por días y destruía sus obras. Dijeron que padecía esquizofrenia y debía ser recluida en un manicomio, pero su padre se opuso mientras vivió. Las cartas que vieron la luz años después descubrieron a una mujer en su sano juicio que fue manipulada y maltratada por su entorno familiar. Así Camille pasó encerrada los últimos treinta años de su vida, rodeada de enfermos psíquicos muy deteriorados. Murió en 1943 y fue enterrada en una tumba sin nombre. Auguste Rodin había fallecido muchos antes, en 1917. Mientras su cuerpo descansa junto al de su amada Rose, su obra, paradójicamente, permanece junto a la de su amante Camille Claudel. En el Museo Rodin están la mayoría de las obras de la escultora, por disposición del mismo Rodin.


La tormentosa vida de Camille Claudel sirvió de inspiración para dos obras de teatro: “Al despertar de nuestra muerte”, de Henrik Ibsen, y “Camille Claudel”, de Reine-Marie Paris, nieta de Paul Claudel, el hermano poeta de la escultora. Esta obra también sustentó “La pasión de Camille Claudel”, el film de Bruno Nuytten (1989) con Isabelle Adjani encarnando al personaje junto a Gérard Depardieu; luego Juliette Binoche se animó con la leyenda de la artista en Camille Claudel 1915, escrita y dirigida por Bruno Dumont. Aprovechemos la pandemia para verlas.







lunes, 14 de septiembre de 2020

Historias de Miércoles: Amores contrariados en 25000 cartas.

 Hola! ¿Qué tal?


Como la cuarentena sigue, hemos decidido inaugurar este espacio de lecturas de miércoles. Tendrá el olor de las almendras amargas que recuerda el destino de los amores contrariados; y será nuestro homenaje a esos amores.


Hoy les cuento de los amores contrariados de una pintora y un fotógrafo que están documentados en 25.000 cartas:





En 1915 Georgia O'Keefe tenía 28 años y daba clases de dibujo: conoció a Alfred Stieglitz, de 52: un fotógrafo que además era dueño de la galería 291 de Nueva York, que en ese momento les abría la puerta de los Estados Unidos a los pintores vanguardistas europeos desde Henry Matisse hasta Marcel Duchamp. Cuentan que la fascinación fue mutua. Stieglitz, con ojo entrenado, reconoció el valor genuino de una serie de diez dibujos al carbón de O’Keeffe, y la sorprendió exhibiéndolos en su galería sin autorización.




Así Georgia O’Keeffe, inició su camino a convertirse en la figura del modernismo norteamericano: es la que firma esos cuadros de flores que decoran el consultorio de tu médico o de tu odontólogo, pero no te imaginás la historia de amor que circuló en el medio.

 


Georgia de 28 y Alfred de 54 primero fueron amantes y después esposos; pero ahí empezaron los problemas. Ella quería tener hijos, él no. Ella se cansó de pasar los veranos en casa de la familia de él. “Era un hipocondríaco y no podía estar a más de 50 kilómetros de su doctor”, diría O’Keeffe de su marido, que nunca salía de Nueva York. Ella empezó a ser reconocida y cotizada, mientras los mejores días de Stieglitz parecían haber quedado atrás. Así las cosas, ella viajó a Nuevo México para descansar y las cartas de amor y las tempestades arreciaron de ida y vuelta, mientras ét estrenaba amante (veinteañera, como era de esperar, no?)





Ahí O’Keeffe empezó a ver su vida con efecto espejo: ella ahora era la mujer abandonada que caía en una depresión y se internaba en un hospital psiquiátrico, aunque siguieron casados diez años más, hasta la muerte de él. 



De todos modos, fue una de las parejas notables del siglo XX: él la retrató en más de 300 ocasiones, en 200 de ellas desnuda. Ella, a su lado tomò conciencia de su cuerpo, de sus necesidades, de su voz y, en medio de todo,gracias a ese amor alcanzó su auténtica independencia.

Y nosotros nos encontramos con que el relato de este amor, en 25000 cartas, es más importante que el amor mismo. Si quieren más historias de miércoles, aquí les comentaré una cada semanaq. Va saludito con corazones.

Fuente: http://smoda.elpais.com/










Historia de Miércoles:Emilia Pardo Bazán, el amor gallego de Benito Pérez Galdós

“Ven a tomar posesión de estos aposentos escultóricos. Aquí está una buitra esperando por su pájaro bobo, por su mochuelo”. “Te beso un mill...